¿LA BATALLA ES TUYA?
Evasión de la auto responsabilidad
La auto responsabilidad es la temática del siguiente artículo de reflexión. Trata de como muchas personas prefieren hacerse cargo de los problemas de otros, sin resolver primero los propios.Estás en una batalla, una batalla desgastante, encarnizada, una que llevas mucho tiempo peleando, una a la que le has invertido casi todas tus energías. Haz aplicado todas las estrategias habidas y por haber. Tus hombros están cansados, sientes que flaqueas, pero te levantas una y otra vez, obteniendo los mismos resultados, derrotas.
De repente te das cuenta de algo, «que no es tu causa», lo analizas, hiciste la causa tuya. La defendiste con uñas, dientes, pasión, con todo tu ser, pero te das cuenta «la causa no es tuya». Te das cuenta de qué quienes deberían luchar no lo hacen. Quienes deberían luchar por su propia causa, sólo te ven a la distancia, inmóviles, como simples espectadores. Notas que tienen armas, pero por una razón que desconoces, no las usan. Tú, aunque estás desarmado, insistes en no abandonar la batalla.
Te encuentras rodeado, no tienes el armamento necesario, ni lo tendrás, ni nunca lo tuviste, pero… pero… la causa, aunque no es tuya, es verdaderamente y claramente justa. Entiendes que, si tú no la peleas, nadie, pero nadie lo hará. ¿Que pasara si nadie pelea? Nada, no pasara nada. Pasara lo mismo que ha pasado siempre, «nada». Pero dices ¡no! ¡no puedo rendirme! pero los resultados obtenidos, te hablan, te dicen que aunque no te rindas, luches, empujes, no pasara nada. ¿Pero porque no pasara nada? la respuesta es simplemente, porque no es tu lucha, no está en tus manos ganar, no depende de ti. Pero vuelves a reflexionar y «tu corazón» te dice –«no pobres» «sin mi ayuda qué pasará» «si yo no hago nada ¿que pasara?». -¡No! ya no te engañes, retírate, no vas a ganar, la batalla sólo existe en tu imaginación, sólo tú la miras.
La enajenación y la pared de la auto responsabilidad
Ver heridos, personas llorando, quejas, sufrimientos, no es sinónimo de que esté ocurriendo una batalla, no es sinónimo de que haya un problema, o por lo menos, no un problema que se busque solucionar.
Cuando las personas luchan batallas que no son suyas, batallas en las que no tienen ninguna herramienta, ningún arma, ninguna potestad para encararla, es casi imposible que las ganen y digo casi, por tratar de ser optimista. Salir herido al encarar tan complicada tarea termina resultando poco o nada.
Generalmente estas batallas enajenan a aquellos que intervienen en ellas. Enajenan a magnitud tal, que las personas pueden perder su propia vida, en el intento de resolver algo que absolutamente no depende de ellos. Resulta estéril todo intento de ayuda, donde aunque te pidan que ayudes, jamás podrás resolver la situación y en la mayoría de los casos terminarás convirtiéndote en parte del problema. No sólo terminas no ayudando, sino también mermando aún más, los vestigios de auto responsabilidad de la otra persona, que pudieran estar ahí, dormidos.
Luchar batallas que no son nuestras es más común de lo que se piensas. Este es uno de los deportes más jugados por el ser humano, es tan atrayente, tan absorbente, que cuando menos te das cuenta, ya lo estás jugando.
La auto responsabilidad, por el contrario, es un deporte poco practicado, aunque se encuentre todo el tiempo delante de nosotros. Aquí la pregunta que cabe hacer es, mientras tú peleas batallas que no son tuyas ¿quién pelea las que te corresponden a ti?. Quizás en este momento alguien está peleando tus batallas, así como tú peleas la de otros y lo más seguro es que él que pelea tus batallas se esté frustrando al conseguir los mismos resultados que tu consigues «ayudando» a otros.
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