Revisión del caso de Gabriela N-  Parte 1

hablare de un caso de depresión. Utilizaré de ejemplo a una de mis pacientes que ha conseguido resultados más prolíficos en su vida, la llamaremos Gabriela N para guardar su identidad

En este artículo les hablare de un caso de depresión. Utilizaré de ejemplo a una de mis pacientes con resultados más prolíficos, la llamaremos Gabriela N para guardar su identidad. Este articulo lo dedicare a ella, más que ser una especie de publicidad de nuestro trabajo como terapeutas, se trata de señalar algunos elementos que son importantes de cultivar en la personalidad de cada persona, ya sea dentro de un proceso terapéutico o no.

Toda persona posee dentro de sí misma una serie de recursos que de utilizarlos pueden ayudarle a resolver cada problema que se le presente. Lo importante es que la persona sea capaz de utilizar y potenciar los recursos que están ahí. Está en manos de cada persona hacer uso de de estos recursos personales. Si bien el terapeuta puede ayudar a que la persona dominen estos elementos, dependen en gran medida del trabajo de la persona. A continuación les describo las actitudes, recursos y el trabajo intenso que realizó la paciente para resolver su depresión y no sólo eso, sino a alcanzar objetivos más amplios.

Primer acercamiento

Gabriela N llegó a mi consultorio desecha, diagnosticada con Depresión mayor. Pasaba por fuera del consultorio donde yo trabajaba y decidió llegar a sacar una cita, a pesar de que acababa de ser diagnosticada por una institución prestigiosa. Llegó con su rotulo «Depresión mayor» ya sólo le quedaba tomar su medicamento, que las personas la comprendieran porque estaba enferma y tratar de salir adelante de esta grave enfermedad. Lo primero que me dijo es «yo no quiero depender de un medicamento», esto es clave con el tema que les traigo hoy. Esta mujer sabía que la felicidad, los logros y las metas no se alcanzan con una pastilla.  Ni se puede ni debe depender de un medicamento para ser feliz.

Yo respeto mucho el trabajo de los psiquiatras, jamás he contradicho sus diagnósticos, pero en la terapia psicológica tenemos el suficiente tiempo como para descomponer un problema en sus más mínimos elementos y descubrir porque suceden las cosas. No hablo de conocer a alguien desde su infancia, me refiero a conocer cada una de sus relaciones con el mundo, con cada persona que les rodea y consigo mismas.

Identifiqué fuertes problemas familiares, laborales, de pareja y personales. Encontré que si yo tuviera, que si la gran mayoría de personas tuviéramos esos problemas, nos sentiríamos igual o peor que ella. Es por esto que no se necesitaba ver más de fondo, ya que los problemas eran muy visibles. Los conflictos eran de tal magnitud, que su estado emocional y físico, estaban acorde con su situación de vida.

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El psicólogo como facilitador

De inmediato noté que a pesar del diagnóstico, de todos los problemas, ella llegaba con una predisposición al trabajo ( punto clave). Platicamos y entendió perfectamente que se tenían que hacer cosas para alcanzar su objetivo , es decir, que el terapeuta no haría las cosas por ella. Se le explicó que el psicólogo era un facilitador y le haría ver situaciones que ella no había visto. Existen personas que prácticamente quieren sentarse y que el terapeuta los convenza de cambiar y que haga las cosas por ellos. Otros simplemente van a pasar un rato con el psicólogo para que su familia vea que ellos están «intentando cambiar».

Esta predisposición al trabajo, ayudó a alcanzar el objetivo que ella tenía. Su objetivo  era recobrar el control de su casa, ser capaz de hablar de los problemas, no  absorberlos o callarlos. Algo que sucedía es que aveces los hablaba pero no pasaba nada, era como hablar con la pared. Ella asistió con nosotros debido a su Depresión mayor, pero en terapia se dio cuenta que el problema principal provenía de estos elementos.

En terapia uno debe de concentrarse en las aéreas de oportunidad y no tanto en las limitaciones. De no hacerlo así terminarás diciendo «pues no hubo cambios porque pues no era su momento», o «pues es que no quiso». Debemos agotar todos los medios posibles para ayudar al paciente a alcanzar su objetivo. El paciente está desesperado por sentirse mal,  por no poder salir del hoyo en el que se encuentra. La persona quiere resolver su situación, pero asiste con el profesional porque no sabe cómo hacerlo sola.

La familia como apoyo

En el caso de Gabriela N los más perjudicados, si ella recobraba el control de su casa, eran sus propios hijos, quienes se habían acostumbrado a hacer lo que querían. Ellos vivían con grandes libertades viviendo en casa de su mamá, a pesar de que sólo uno de los hijos no superaba la mayoría de edad, pero que estaba cerca de alcanzarla. A pesar de que peligraban sus privilegios, los hijos acudieron a la cita con su madre.

En la sesión les advertí que me comenzarían a odiar, pues se les terminarían todas las libertades de las que gozaban, pero que su mamá ya se sentiría mucho mejor, la verían llena de vida. Ellos accedieron brindándole todo el apoyo, ya no fue necesario verlos otra vez, ya que ella era la encargada de su casa. Así sucedió, me convertí en el odioso psicólogo que transformó a su mamá, bueno eso creyeron.

La realidad es que se trabajó por lograr lo que ella quería. Para alcanzar resultados distintos, se deben de hacer las cosas distintas y así fue. Sus hijos  más pronto que tarde se acostumbraron a la nueva Gabriela N, a pesar de perder sus privilegios. En este caso, el amor hacia su madre fue más fuerte que perder las libertades de vivir con una mama deprimida.

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Las piedras en el camino

Después de esto se presentó uno de los puntos más álgidos de la terapia, su esposo, mismo que vivía totalmente periférico. Él no sólo no ayudaba en nada a la educación y crianza de los hijos, sino que Gabriela N  descubrió que durante su vida de casados, su esposo se permitió múltiples infidelidades, mismas que en algún momento ella no quiso ver. En terapia yo no obligué a que las viera, pero  el trabajo en el consultorio y sus propias reflexiones las dejaron al descubierto. En este punto la depresión ya era una anécdota del pasado.

El esposo asistió una sólo cita, Gabriela N después de ver el rompecabezas completo, de pedir de todas las maneras posibles su cooperación, sin lograr nada, decidió prescindir de él. Este tipo de decisiones, en ocasiones, las personas no están dispuestas a tomarlas. Ella ya tenía un mayor control de sí misma y de sus hijos. En este momento pudo terminar el proceso y seguir como una mujer «felizmente casada».

Gabriela N comprendió que debía prescindir de su esposo, situación verdaderamente complicada, si hablamos de un matrimonio de más de 25 años. Ella entendió que no se podía permitir a sí misma el mal ejemplo que daba, permitiendo a su marido vivir como soltero de 20 años de edad. Saber y darte cuenta de que cuando ya lo intentaste todo, no queda más, que prescindir de esa persona, fue un elemento fundamental para el desarrollo de Gabriela N.

Ella ya había intentado en alguna otra ocasión dejar a su esposo después de una falla grave. En aquel momento hubo fuerzas que pudieron más que ella y la resignaron a «pues mejor para la otra no me fijo y así no me duele». Esto es algo que Gabriela N no se lo dijo directamente, pero a juzgar por su accionar, los años posteriores pareciera que así se lo dijo a sí misma.

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Recapitulemos 4 elementos claves hasta el momento

1.-La felicidad, la paz, los logros, no puedes esperar que te los de una pastilla. Cuando te das cuenta de que has dejado de hacer cosas, acciones para estar bien, sabes que  la situación no la resolverá un medicamento psiquiátrico.

En ocasiones graves es más que necesario el medicamento, porque la persona se dejo llegar más allá del tocar fondo, por precisamente no trabajar, esperar que las soluciones lleguen solas. También está la típica persona que toma la pastilla para adelgazar, en vez de darse 30 o 45 minutos para hacer un ejercicio y adscribirse a una dieta. Siempre es más fácil abrir la boca, introducirte una pastilla e ingerir después agua, pero pues no está dispuesta a hacer cosas distintas, a tomar «acciones para alcanzar un objetivo». No hay una pastilla de la salud mental o una pastilla de la salud física. Los medicamentos son complementos o auxiliares de las acciones, estas últimas son más importantes la mayoría de las veces.

2.-Predisposición al trabajo. Nadie va a hacer las cosas por ti y si las hace, no puede hacerlo siempre. Quien lo hace, te arrebata la oportunidad de ser independiente. No hay barita mágica, para llegar a un punto, a un lugar, necesitas moverte, ya sea caminar, tomar el automóvil, el camión, etc., pero de alguna u otra manera se necesitan hacer algo. Así mismo en la vida para alcanzar tus objetivos debes de tomar acciones. Muchas personas dicen «pues es que estoy consciente de que hago esto o aquello mal» pero lo siguen haciendo, así que esa supuesta conciencia no sirve de nada, cuando no la respaldan las acciones. Nadie puede superar un cuadro de depresión desde la comodidad de su cama, haciendo nada.

3.-El apoyo familiar o de redes. Cuando la familia apoya, todo es más sencillo, no es un requisito imprescindible, pero es muy valioso si se presenta. Existen familias que son claramente abusivas  funcionando como mafias, que no están dispuestas ayudar, sino al contrario necesitan que su familiar no salga de su problemática, porque sería resignar un beneficio que logran con la situación. Por lo demás, el apoyo familiar, de la pareja, de amistades solidas puede funcionar como catalizador en la aceleración de cambios benéficos para la persona.

4.-La capacidad de poder prescindir de personas cercanas, si éstas perjudican el desarrollo personal. Este punto es clave, sobre todo cuanto se intentaron todos los medios posibles. En la vida y en la terapia, el prescindir de una persona, es responsabilidad y decisión del paciente. Personalmente en más de 12 años de experiencia, jamás he indicado a alguien que deje a su pareja u otro familiar cercano, pero con las cartas sobre la mesa, las personas deciden si es necesario. Aunque esa persona le cause graves daños a su vida, el paciente es el que decide si prescinde de esa persona. Esa es su  su responsabilidad  y su propio desarrollo es el que esté en juego.

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Hasta aquí concluyo la primera parte de este artículo. Si buscas servicios psicológicos, contáctanos